Tecnología y Democracia

 

Esta nueva publicación de CESCOS con el apoyo de la fundación Friedrich Naumann Argentina busca hacer hincapié en el desarrollo tecnológico como otra herramienta utilizada por las autocracias para atacar y debilitar a las sociedades abiertas. La tecnología es moralmente neutra pero utilizada por autocracias poderosas se ha convertido en una amenaza para los derechos individuales tanto de los ciudadanos de esas autocracias como para los ciudadanos de las democracias que comercian crecientemente con esas dictaduras, particularmente con China.

 

Los Estados Unidos se han caracterizado desde hace mucho tiempo por la enorme influencia mundial de su cultura popular y de su periodismo, provocada en parte por el poderío económico del país pero también por su libertad general y comunicacional.

Este fenómeno se expresa en un denso y variado flujo de contenidos que si bien se dirigió normalmente y en primer lugar a audiencias domésticas, pasó a tener una muy buena recepción en públicos de los más distintos países.

La omnipresencia estadounidense en la comunicación global motivó durante años acusaciones de “imperialismo” informativo o cultural por partida doble: de la izquierda y de nacionalismos locales.

Sin embargo, en la mayoría de los casos la circulación mundial de contenidos norteamericanos se trataba de un mero spill over de la producción interna y en la que poco tenía que ver el gobierno, más allá de interpretaciones conspirativas que señalaran lo contrario.

(Esto, aun concediendo que los ‘malos’ en las series de espías de la Guerra Fría fueran siempre los rusos o que buena parte de la información internacional proviniera en el mundo hasta los 90 de las agencias norteamericanas AP y UPI.

Y que “Marty McFly” se enfrentaba en Back to the Future contra “terroristas libios”: villanos no habituales pero que aparecían justo cuando en el mundo real la Casa Blanca tenía en la mira a la nación del dictador Gaddafi por distintas tropelías.)

A medida que los mercados de los distintos países se fueron desarrollando aparecieron medios o producciones que suministraron alternativas relevantes de distinto tipo o calidad a los contenidos norteamericanos.

Y los mismos Estados Unidos, al fin de cuentas, tampoco escatimaron mostrar sus defectos ante sus propias audiencias pero también hacia el resto del mundo (en ficciones o en las noticias periodísticas): la era post Vietnam, las difíciles relaciones raciales, la mafia neoyorquina o la trastienda de la política o la inteligencia en Washington, por citar algunos de muchos ejemplos.

Al mismo tiempo, el público global pasó a ser cada vez más tenido en cuenta en las producciones de los Estados Unidos, desde las ediciones internacionales del Wall Street Journal o Newsweek hasta señales específicas de CNN o coberturas noticiosas de Associated Press.

Este proceso se dio también en las realizaciones de Hollywood, en ciertos programas de TV, en los motores de búsqueda de Internet como Google y también en las redes sociales y en los actuales lanzamientos de Netflix. Todas estas cabeceras mediáticas ofrecen versiones diferenciadas norteamericanas, globales o regionales.

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