Alex Chafuen
Managing Director, International
Acton Institute

Los centros de estudios públicos, los think-tanks y la academia, quizás nacieron juntos. Cuando Platón comenzó su famosa academia, sus objetivos incluían profundas discusiones filosóficas y formación de líderes. Su academia duró aproximadamente nueve siglos (400 AC- 529 DC). Las lecciones de la Academia de Platón, ubicada en un huerto cerca de Atenas, tuvieron un enorme impacto en la civilización. La universidad “tradicional” más antigua es la Universidad de Bolonia. Se fundó en 1088 a partir de las demandas y necesidades de una colección (una universidad) de estudiantes extranjeros en esa ciudad.

Durante la segunda mitad del siglo XX, varios esfuerzos que comenzaron como centros de investigación se convirtieron en universidades muy respetadas. El Centro de Investigación y Comunicación CRC (https://www.uap.asia/about/hallmark-centers/center-research-communication/) en Manila (Filipinas), fundado en 1967 por dos graduados de Harvard, dio origen a la Universidad de Asia y el Pacífico, establecida oficialmente en 1995 (https://www.uap.asia/). En América del Sur, el Instituto Torcuato Di Tella (Una breve historia del mítico instituto puede verse aquí), fundado en 1958 en Buenos Aires (Argentina), se transformó en la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT, https://www.utdt.edu/) en 1991. Durante muchos años fue clasificada constantemente entre las 100 mejores universidades latinoamericanas.

El Centro de Estudios Macroeconómicos de Argentina (CEMA), un think tank fundado en 1978 y dirigido por «Chicago Boys,» se convirtió en la Universidad de CEMA (UCEMA, https://ucema.edu.ar/). También está clasificada muy alta entre las universidades que se centran en la economía. Mientras que la Universidad Di Tella está más alineada con el statu quo keynesiano, los profesores de UCEMA se inspiran más en Chicago y otras escuelas de pensamiento más escépticas acerca de los beneficios de la intervención gubernamental. En Brasil, la Fundación Getulio Vargas (FGV, https://portal.fgv.br/en), fundada por un grupo de expertos en 1944, se convirtió en un importante complejo universitario con un presupuesto de más de 400 millones de dólares. La FGV aparece en los rankings tanto de universidades como de think tanks. En este último sector aparece en el primer lugar en Latinoamérica y entre los primeros 10 del mundo.

En Guatemala, el núcleo del grupo de empresarios y líderes locales que fundaron el centro de estudios Centro de Estudios-Económico Sociales en 1958 (https://www.cees.org.gt/), fundó la Universidad Francisco Marroquín (UFM, https://www.ufm.edu/Portal) en 1971. La UFM se ha convertido en un importante diseminador de enseñanzas de libre mercado. Tienen un portal, New Media, que sirve como repositorio de algunas de las colecciones de materiales educacionales provenientes de varios países, principalmente en español, de los grandes libros clásicos liberales y de conferencias grabadas en video.

En los casos descriptos anteriormente, después de la fundación de las universidades, los think tanks que les dieron su origen se convirtieron en un foco secundario de los donantes y fideicomisarios. Solamente la FVG pudo mantener su status como think tank. Tanto el CRC (Filipinas) como el CEES (Guatemala) todavía tienen sus oficinas dentro de las instalaciones de las respectivas universidades. Aprovechando el entorno de la comunidad universitaria, continúan produciendo productos de investigación y educativos.

Otras universidades se iniciaron como entidades separadas de los think tanks pero fundadas por los mismos líderes. En Chile, varios fideicomisarios y directores del Instituto Libertad y Desarrollo (ILD, https://lyd.org/), otro de los think tanks líderes en las Américas, iniciaron la Universidad del Desarrollo (https://www.udd.cl/en/). Esta universidad atrae a más de diez mil estudiantes y el 15% de ellos provienen del extranjero.

En Inglaterra, Ralph Harris y Harry Ferns, del Instituto de Asuntos Económicos (Institute of Economic Affairs, IEA, https://iea.org.uk/) ayudaron a fundar la Universidad de Buckingham (https://www.buckingham.ac.uk/). La Universidad reconoce al IEA por jugar un papel importante en su desarrollo. En Europa, Gabriel Calzada, quien en 2005 fundó el Instituto Juan de Mariana (IJM, https://www.juandemariana.org/) en España, lanzó recientemente la Universidad en línea Manuel Ayau OMMA (https://omma.edu.es/) y el IJM actúa como socio de la nueva sede de la Universidad Francisco Marroquín en Madrid (https://madrid.ufm.edu/).

¿Qué pasa en la escena de los Estados Unidos? Varios think tanks ya están desarrollando productos y servicios parecidos a los que ofrecen las universidades.

Una lista incompleta debería incluir:

  • El Instituto Ludwig von Mises (Auburn, Alabama, https://mises.org/) organiza la “Universidad” Mises desde 1986. El curso de una semana se centra en la economía austriaca.

  • El Instituto Cato (https://www.cato.org/) tiene su Universidad Cato (https://www.cato.org/cato-university), que generalmente se lleva a cabo a fines de julio y dura tres días. Un participante más reciente en este mercado, es la Universidad Acton (https://university.acton.org/), organizada por el Instituto Acton (Grand Rapids, Michigan, https://www.acton.org/). Atrae a 1000 estudiantes, seminaristas y profesores de aproximadamente 80 países. Es el programa educativo favorable a la libre economía y a la sociedad libre que más países atrae. En la última versión, en línea debido al Covid-19, Acton University tuvo más de 2,000 graduados, con participantes de 90 países y de todos los Estados del país.

  • Atlas Network (https://www.atlasnetwork.org/) organiza un curso “Think Tank MBA” para emprendedores intelectuales con talento, así como una “academia de liderazgo” (Leadership Academy, https://www.atlasnetwork.org/academy) como un curso en línea para ayudar a mejorar el talento de think tanks.

La Institución Hoover (Universidad de Stanford) es uno de los Think Tanks con más relevancia en los Estados Unidos. En enero del 2020 organizó una reunión especial de la sociedad Mont Pelerin, con la participación de muchos miembros de think tanks independientes.

 

Los cursos abiertos en línea masivos, o MOOC (Massive Open Online Courses), están afectando a las universidades como pocos otros desarrollos en la historia de la educación. Aunque el crecimiento vertiginoso se frenó, no sería sorprendente que aprovechando esta tecnología, algunos de los principales think tanks, especialmente aquellos con académicos destacados, se convirtieran pronto en pequeñas universidades “boutique”. Durante los meses en que las universidades estuvieron cerradas por causa de la pandemia del Covid-19, hemos visto un gran crecimiento en los programas en línea donde las universidades y los think tanks suman esfuerzos. En el caso de la organización que represento, lanzaremos en octubre de 2020 una Cátedra mensual Lord Acton en la UCEMA (https://ucema.edu.ar/la-ucema/catedra-acton).

El Instituto Brookings (Washington DC, https://www.brookings.edu/) comenzó como una universidad y aún mantiene el sufijo .edu en su dirección web. ¿Volverá a sus raíces? ¿Su competidor, el American Enterprise Institute (AEI, https://www.aei.org/), creará una «American Enterprise University?» El tiempo y el liderazgo lo dirán. Arthur C. Brooks, el expresidente del AEI durante esta última década, ahora está en Harvard University (https://www.harvard.edu/) y al parecer está cambiando el foco de sus estudios. Brooks se empezó a sentir frustrado porque, según él, había como una especie de Gresham’s law ( Una buena y simple definición de la Ley de Gresham puede encontrarse aquí) en el debate de políticas económicas que estaba afectando negativamente a los think tanks. La mala política empujada por cortos tweets, y otros mensajes en redes sociales, estaba desplazando a la buena política guiada por buenos y detallados estudios.

Estas nuevas tecnologías, y su alcance global, están haciendo repensar el tamaño óptimo de las instituciones educativas. La evolución de la escena en la educación superior y el crecimiento de los think tanks conducirán a nuevas ofertas educativas que tendrán un gran impacto en la calidad y la cantidad de los estudios de políticas y la educación de políticas públicas.

Durante las últimas décadas se llevaron a cabo importantes esfuerzos para estudiar la importancia de la libre empresa y desarrollar soluciones privadas para los problemas de políticas públicas por grupos de expertos independientes, trabajando desde los think tanks. Los índices de libertad económica, las cuentas de ahorro para la salud (health savings account) y el Doing Business Report nacieron de ideas que salieron de los think tanks. El liderazgo vino de ellos, no de la academia. Incluso ciertas propuestas que hoy empuja “la izquierda”, como la del “ingreso básico” fue primero realizada por el científico social Charles Murray, en su libro “En Nuestras Manos”. Murray ha tenido una trayectoria exitosa en tres think tanks (Manhattan Institute (https://www.manhattaninstitute.org/about), Cato Institute y ahora el American Enterprise Institute) y proponía darle 10,000 dólares a cada persona por año, pero eliminando los servicios sociales del estado benefactor.

Por mucho tiempo, las universidades dejaron poco espacio para la investigación de políticas orientadas hacia el libre mercado. Hay algunas excepciones. Los grupos de profesores en algunas universidades y Colleges, como la Universidad de Chicago (https://www.uchicago.edu/), la Universidad George Mason (GMU, https://www2.gmu.edu/), el Grove City College (http://www.gcc.edu/) y el Hillsdale College (https://www.hillsdale.edu/), continuaron produciendo investigaciones y programas educacionales relevantes orientados a entender y difundir las virtudes de la economía libre. El Instituto Hoover (https://www.hoover.org/) es parte de la Universidad de Stanford (California, https://www.stanford.edu/), comenzó como una biblioteca en 1919 y es el think tank universitario favorable al libre mercado con más ingresos anuales. Hoover no tiene personería jurídica propia, pero tiene una junta de supervisores independiente. Llegó a la cima de su influencia durante la administración de Ronald Reagan (1980-1988). En ese período contó con 24 miembros sirviendo en distintos ministerios y comisiones gubernamentales. A comienzos de enero del 2020, el Instituto Hoover organizó una reunión especial de la sociedad Mont Pelerín (https://www.montpelerin.org/), la sociedad fundada por F.A. Hayek, quien pese a ser un académico, respetaba e inspiraba a muchos think tanks. En septiembre del 2020 asumió como nueva directora de Hoover Condoleeza Rice, ex secretaria de Estado.

En la Universidad de Chicago, el Centro Becker Friedman (https://bfi.uchicago.edu/) produce importantes trabajos teóricos, pero hace muy poco esfuerzo en divulgación. Pese a los millones en presupuesto, están muy lejos de alcanzar el grado de influencia que tuvieron Milton Friedman y Gary Becker. Un grupo grande de profesores trató de impedir que se cree este centro. Fracasaron en su intento pero, al parecer, tuvieron éxito en frenar que el centro se convierta en un promotor fuerte de la economía libre.

Otros centros de estudios públicos universitarios importantes incluyen el que fue el Centro para el Estudio de Procesos de Mercado, fundado en la Universidad de Rutgers (https://www.rutgers.edu/), que más tarde se convirtió en el Centro Mercatus (https://www.mercatus.org/) en la Universidad George Mason (GMU). El Centro para el Estudio de la Elección Pública (Center for the Study of Public Choice, https://publicchoice.gmu.edu/), también en GMU, tuvo al fallecido Premio Nobel James Buchanan y Gordon Tullock como líderes y luminarias. Mientras estos centros se enfocaban en temas de economía y economía política, los investigadores del Centro de Filosofía y Política Social, durante décadas en la Universidad Estatal de Bowling Green (Bowling Green State Universiy, https://www.bgsu.edu/), estudiaron temas relacionados a la filosofía de la libertad. Recientemente se mudó a la Universidad de (Arizona https://www.arizona.edu/), donde los académicos trabajarán en conjunto con el Centro para la Filosofía de la Libertad (https://freedomcenter.arizona.edu/).

Sin embargo, los think tanks independientes proliferaron a un ritmo más rápido que los centros universitarios. Incluso cuando los consejeros universitarios simpatizaban con sus objetivos, pronto surgieron conflictos relacionados con la recaudación de fondos, el perfil público y la independencia. El Centro Nacional para el Análisis de Políticas (National Center for Policy Analysis, NCPA), creado a principios de los años 80 dentro de la Universidad de Dallas (https://udallas.edu/, una institución privada y católica), originalmente se centró en estudios sobre la salud. Las disputas en temas de recaudación de fondos entre la Universidad y el Centro hicieron que el NCPA se independizara.

Mientras que los think tanks prosperaban fuera de los campus, las universidades preferían limitar la educación de la libre empresa a las “cátedras especiales” (endowed chairs). Tales estructuras eran menos amenazantes. La institución afín al libre mercado que más creció durante esta última década no fue un think tank, sino una universidad, el Hillsdale College, que recibe una mayoría de sus ingresos por esfuerzos que son más parecidos a los de un think tank que a los de una universidad. Es posible calcular que de los 200 millones de ingresos que tiene anualmente, solamente 50 provienen de la matrícula de los alumnos y de su labor típicamente universitaria. Localizada en un lugar remoto de Michigan, realiza programas en todo el país, e incluso en cruceros por todo el mundo. Tiene un centro (el Kirby Center, basado en Washington DC, https://dc.hillsdale.edu/About/Visit-the-Kirby-Center/) que le permite tener presencia en las discusiones de política económica más importantes del país.

Durante siglos las universidades han sido los centros tradicionales de aprendizaje y de la difusión del aprendizaje. También deberían ser un lugar para estudiar todas las dimensiones de la libertad, incluyendo la política y la economía. Los esfuerzos para promover los estudios sobre temas de sociedad libre a nivel universitario se han acelerado. A finales de los años 90, la Fundación John Templeton (https://www.templeton.org/) creó el «Proyecto de Libertad Templeton» (Templeton Freedom Project, https://www.templeton.org/grant/teaching-freedom-project). Otorgaba premios a proyectos universitarios para financiar a profesores para enseñar programas que se centraban en la libre empresa y la libre economía. A pesar de que varios de estos esfuerzos fueron exitosos, como Templeton nunca proporciona fondos permanentes para proyectos externos, la fundación decidió suspender el proyecto. Sin embargo, continuó apoyando con donaciones a esfuerzos basados en universidades. Varios de estos (y los profesores que los lideraron) siguen muy activos con fondos y donaciones de otras fuentes.

Otros inversores filantrópicos estratégicos aumentaron sus donaciones y ayudaron a iniciar nuevos programas y centros en universidades de pre y posgrado. Estos esfuerzos filantrópicos incluyen: los del industrial Charles Koch (https://www.charleskochfoundation.org/); los del empresario Jack Miller (quien vendió Quill Corporation a Staples, tiendas de productos de oficina, https://jackmillercenter.org/) y, entre otros, los del banquero John Allison (https://www.johnlocke.org/). Hoy hay más de 300 de estos esfuerzos en universidades. Van desde centros bien estructurados hasta proyectos de investigación y programas para los mejores alumnos (honor courses).

Martin Morse Wooster, en “Games Universities Play” (aquí en PDF: https://files.eric.ed.gov/fulltext/ED535449.pdf), publicado por el Centro John William Pope (https://jwpf.org/contact/), abordó con claridad algunos de los desafíos que enfrentan los defensores del libre mercado en sus ambientes universitarios. Wooster escribió que Robin Wilson, un reportero del Chronicle of Higher Education, describió el Programa James Madison (https://jmp.princeton.edu/) dirigido por Robert P. George en la Universidad de Princeton (https://www.princeton.edu/) como «el Cadillac de los nuevos centros de historia». No fue fácil para el «Cadillac.» Nunca olvidaré mi participación en uno de sus primeros seminarios. Se dedicó a honrar la contribución del difunto P.T. Bauer, el gran economista nacido en Hungría que recibió el primer Premio Milton Friedman del Instituto Cato. Tres premios Nobel (James Buchanan, Douglass North y Amartya Sen) hablaron en el evento. Durante la cena me senté junto a un profesor de clásicos en Princeton. Me dijo con cierta preocupación: «Espero que las personas de mi departamento no me vean aquí o nunca ganaré la cátedra (tenure).» Los otros académicos de la universidad, y el cuerpo administrativo, miraba con malos ojos la labor académica abierta al pensamiento conservador.

 

Los premios Nobel, James Buchanan y Douglass North, junto a John O’Sullivan y varias luminarias más participaron de este evento en la universidad de Princeton, organizado por el Madison Program en honor de Lord Peter Bauer, en Mayo del 2004

 

El Programa de Madison, aunque es el más establecido, no es el único que está dentro de las universidades “Ivy League.” En la que tiene más izquierdistas radicales, la Universidad de Brown (https://www.brown.edu/), el Dr. John Tomasi dirige el Proyecto de Teoría Política (https://www.brown.edu/research/projects/tomasi/political-theory-project). Tomasi publicó recientemente «Free Market Fairness», que se centra en temas que los think tanks no abordan con frecuencia. Tomasi es un gran defensor de la economía y sociedad libre pero está también preocupado por el impacto de las injusticias que todavía perduran. No me sorprendería que, en un futuro no muy lejano, Tomasi se convierta en líder de alguno de los think tanks más importantes del mundo.

Es posible pronosticar que, a pesar del sesgo ideológico de izquierda en las universidades, estos centros continuarán creciendo en número, fuerza y relevancia. Los think tanks independientes aún tendrán una ventaja comparativa cuando se centren en la promoción y el activismo. Los centros universitarios serán más relevantes en la investigación. Además, si pueden aprovechar la experiencia de los departamentos de búsqueda de fondos de sus universidades, los centros universitarios tendrán una mejor oportunidad de satisfacer las crecientes demandas de propuestas detalladas requeridas por las grandes fundaciones que otorgan subvenciones. Muchos think tanks pequeños y eficientes están siendo desplazados por las demandas de algunas fundaciones de donantes. Incluyo aquí a los requisitos de la fundación Templeton a quien, en cierta forma, represento (desde hace más de dos décadas soy miembro de un comité importante de la misma). Muchos think tanks han dejado de pedir fondos a esta fundación dado los largos trámites que requieren. Las propuestas para recibir donaciones llevan a veces tanto trabajo como el de escribir un libro.

Otro tema que afecta a los think tanks es el de los fondos públicos. Los think tanks que trabajan dentro de las universidades tienen muchas más oportunidades de recibir donaciones estatales. En Estados Unidos, la mayoría de los think tanks que promueven el libre mercado no aceptan fondos del estado (tanto provincial como nacional). Yo soy presidente del consejo de una fundación donante, Chase Foundation of the Commonwealth of Virginia, donde apoyamos a aproximadamente 50 think tanks, pero excluimos a los que aceptan fondos de gobiernos o entes estatales.

Recibir fondos públicos hace que sea más difícil criticar las políticas de gobierno. Los grandes montos que se reciben pueden llevar, y han llevado a graves casos de “cronyism” (amiguismo o tráfico de influencias) y corrupción. Quizás el más famoso (y que conviene recordar, para no confundir con el centro que dirige Ricardo Hausman) es el del Harvard Institute for International Development (HIID) fundado en 1974 y cerrado en el 2000 debido a las prácticas de su director Jeffrey Sachs, que asumió en el 1995.

El HIID terminó distribuyendo cerca de $300 millones para esfuerzos en Rusia. Muchos de estos fondos fueron recibidos sin concurso previo a través de los buenos auspicios de Lawrence Summers, en ese momento en la oficina de presupuesto del gobierno de Bill Clinton. Otro economista de nota que ha sido parte del juego es Andrei Shleifer: fue acusado de usar los fondos para ayudar a las inversiones de su esposa, Nancy Zimmerman. Shleifer pagó una multa de 1.5 millones, pero el instituto de Sachs tuvo que ser cerrado. Quizás recuerdan que antes de que salga todo a la luz, Larry Summers dejó su puesto en el gobierno y fue nombrado presidente de Harvard University. Pero este hecho ayudó a que se le pida la renuncia a la presidencia de la Universidad. Sachs sufrió muy poco costo: se fue a la Universidad de Columbia donde empezó el Center for International Development (https://csd.columbia.edu/sachs). Abandonó su supuesto neoliberalismo, del que hacía alarde durante las reformas en Bolivia, y ahora es uno de los más influyentes economistas en favor de una mayor intervención gubernamental. La historia de este escándalo está bien documentada (https://www.institutionalinvestor.com/article/b150npp3q49x7w/how-harvard-lost-russia).

Es importante recordar esto cuando se escucha hablar de Ricardo Hausman, el nuevo embajador del presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, en el BID. En Harvard recrearon el Center for International Development (https://www.hks.harvard.edu/centers/cid, igual nombre al de Columbia), y Hausman es su director. Este Centro no tiene la sombra de corrupción que le ha quedado a Sachs en los círculos de economistas más honestos.

Dados los desafíos ideológicos y de gestión en las universidades, así como la dependencia de muchas universidades en la financiación gubernamental, el entorno no es ideal para los think tanks pro libre-mercado. Pero con salvaguardias bien diseñadas, como las del Programa James Madison, varios tendrán éxito. Algunos de los centros mencionados anteriormente reciben la mayor parte o la totalidad de sus fondos a través de entidades sin fines de lucro independientes de la universidad. En el caso del Madison, la organización no gubernamental independiente que lo apoya es el Witherspoon Institute (https://winst.org/). En la Universidad de George Mason, una institución estatal del gobierno de Virginia, el Mercatus Center tiene (al igual que el Institute for Humane Studies, https://theihs.org/) personería legal propia.

El Witherspoon Institute le debe mucho de su éxito al esfuerzo de Luís Téllez, el ingeniero mexicano que lo dirige. Robert George, su líder intelectual, es quizás el pensador conservador más relevante de Estados Unidos (recibiendo todos los premios que conozco a líderes de la sociedad libre). Pero las ideas sin acción son solamente ideas y fue Luís Téllez el que ayudó a potenciarlas. Dado al éxito de este proyecto se ha puesto en marcha un esfuerzo que trata de replicarlo en las mejores universidades de Estados Unidos.

El éxito del Witherspoon Institute y del programa James Madison, llevaron a la creación de una fundación que se dedica a replicar el esfuerzo. La Foundation for Excellence in Higher Education (la Fundación para la excelencia de la educación superior, https://excellenceinhighered.org/) fue establecida en 2012 como una organización independiente, no partidista, que otorga becas. Esta fundación apoya programas preseleccionados en algunas de las instituciones de educación superior más prestigiosas del mundo. Sus beneficiarios incluyen programas universitarios oficiales e institutos independientes con becarios provenientes de sus universidades de origen. Trabajan en toda la gama de disciplinas: humanidades, medicina, derecho, economía, sociología, relaciones internacionales, y se han convertido en centros de influencia en sus universidades y en sus campos de estudio. Apoyan y han ayudado en la creación de numerosos centros o think tanks en una docena de grandes universidades, desde Oxford (https://www.ox.ac.uk/) a Princeton, de Harvard a Berkeley (https://www.berkeley.edu/).

Solo durante el año académico 2018-19, gracias a esta fundación, se organizaron 682 seminarios y conferencias; patrocinando 138 profesores y becarios graduados, quienes publicaron 47 artículos en revistas populares y arbitradas. Mencionamos como un ejemplo a Fernando Arteaga (probablemente uno de los mejores economistas jóvenes de hoy), trabajando para Jesús Fernández Villaverde en la Universidad de Pensilvania (https://www.upenn.edu/, sede del reconocido “Think Tanks and Civil Societies Program”, https://www.gotothinktank.com/), quien recibió un Barry post-graduate fellowship. Esta fundación para la excelencia universitaria está creciendo y ha superado los 10 millones de dólares de presupuesto anual.

Trabajar a través de estos centros independientes protege la intención del donante en caso de que estos centros y esfuerzos pierdan el favor de las autoridades universitarias que les abrieron sus puertas. Con la gran cantidad de nuevas inversiones, si solo el 20% de los aproximadamente 300 esfuerzos (un cálculo personal) tienen éxito y se convierten en centros sólidos, esto daría un impulso importante a la investigación orientada a la economía y la sociedad libre dentro del campo universitario. Es posible estimar que los centros universitarios de hoy representan el 30% del mercado de think tanks de los Estados Unidos. Calculo que en menos de una década esa proporción crecerá a 50 por ciento.

Fuera de Estados Unidos y del mundo de habla hispana, existen también esfuerzos en el mundo de habla portuguesa. El más antiguo es el Instituto de Estudios Políticos (IEP) en la Universidad Católica Portuguesa (https://iep.lisboa.ucp.pt/). Fue fundado en 1997 y surgió de un evento anual, el Estoril Political Forum, que comenzó en 1993. El IEP tiene una gran cantidad de proyectos. El año académico termina con una “universidad de verano” y el Estoril Political Forum, un evento de alto nivel que nuclea figuras de renombre de Europa continental, Inglaterra y Estados Unidos (https://iep.lisboa.ucp.pt/estoril-political-forum). Es uno de los pocos eventos que conozco donde participan social demócratas, liberales, conservadores e incluso neo-conservadores.

En Brasil hace pocos años se fundó el Centro Mackenzie de Liberdade Económica (https://www.mackenzie.br/en/mackenzie-center-for-economic-freedom/), dentro de la Universidad Presbiteriana Mackenzie (https://www.mackenzie.br/en/universidade/). Esta universidad fundada en 1870 en São Paulo, es una de las universidades privadas más prestigiosas de Brasil. En la Universidad de Navarra (España, https://www.unav.edu/) existe el Instituto Empresa y Humanismo (https://www.unav.edu/web/instituto-empresa-y-humanismo), fundado en 1986, y el Navarra Center for International Development (http://ncid.unav.edu/), cuya fundación es mucho más reciente y es dirigido por Luis Ravina, un exdecano de economía de la misma universidad.

No es necesario que siga mencionando más ejemplos dentro de los cientos de esfuerzos de think tanks a nivel universitario para demostrar que estamos ante una reacomodación en el mercado de los que producen y diseminan ideas en temas de políticas públicas. Conozco y respeto a líderes de grandes think tanks que piensan que las universidades nunca podrán ser gran competencia. Lo mismo piensan algunos presidentes de universidades de los think tanks, pero la mayoría se está abriendo a tener centros internos y respetar bastante su independencia. Yo pienso que empezaremos a ver mejores productos saliendo de estos centros universitarios pero que en rara ocasión serán tan eficientes (en términos de dólares invertidos en relación a influencia en las políticas públicas) como los think tank independientes. El éxito de estos esfuerzos a nivel universitario dependerá principalmente de los talentos de dos empresarios intelectuales clave: los directores de estos centros internos y los presidentes de las universidades que les dejen el necesario espacio. Yo estoy en el directorio de varios think tanks y de una universidad, y estoy convencido que podemos aprender mucho unos de otros y aumentar nuestra colaboración y, de esa forma, ayudar a elaborar mejores políticas públicas.