El 6 de junio los peruanos votaron para presidente a Pedro Castillo, candidato de Perú Libre, una expresión de extrema izquierda. Hasta el momento, Keiko Fujimori, la candidata de Fuerza Popular, un partido de la derecha populista, no ha reconocido su derrota y denuncia un fraude electoral. Castillo, como representante del Perú profundo, propone una nueva Constitución, dar representación al interior en el gobierno y un cambio en la distribución del ingreso del país, rechazando elementos del modelo neoliberal existente desde la década del 90. Es la primera vez que un representante de la izquierda ortodoxa ha sido votado como presidente del Perú. A su vez, será el primer presidente sin origen en la élite limeña. Por estas razones la mitad de la población rechaza sus políticas, contribuyendo a crear un escenario hiper-polarizado. Su gobierno nace débil pero con una agenda ambiciosa, situación que probablemente prolongará la crisis institucional.