Un proyecto de CESCOS y DemoAmlat
Las esferas de influencia, ese concepto tan asociado a las capacidades y a la proyección de poder de las grandes potencias ha vuelto a ser popular. Su retorno a la fama ocurre pese a ser tan poco querido por las escuelas de pensamiento internacional no realistas y considerado largo tiempo como peyorativo. La culpable es un hecho trágico; la guerra Rusia/Ucrania.
La verdad es que, abierta o solapadamente, la larga historia de proyección de poder siguen resonando desde la época de Tucídides. Los asuntos internacionales se configuran en palabras de Waltz según los trazos hegemónicos de cada época y de los intereses que, en ese determinado momento, los rule-makers sean capaces de plasmar. Por su parte, los rule-takers deben mostrar habilidades para adaptarse a estos escenarios complejos, marcados por una alteridad tan poco controlable.
América Latina, un rule-taker, desde su misma aparición en el escenario mundial, no ha permanecido ajena a estos movimientos tectónicos estos últimos años. Su característica de hinterland estadounidense se hizo notoria a lo largo del siglo 20 incluyendo el período de la Guerra Fría. No sólo por la crisis de los misiles, o las guerras centroamericanas, sino también por episodios pacíficos, como el diálogo de Salvador Allende con Leonid Brezhnev en 1972, cuando el líder soviético se mostró reacio a otorgar grandes préstamos e indiferente ante el llamado socialismo con empanadas y vino tinto propugnado por el entonces líder chileno. La URSS no sólo no estaba en condiciones económicas de subsidiar a la economía chilena, sino que se mostró particularmente escéptica de la viabilidad de tal proyecto. Reconocía que el poder estadounidense se proyectaba de manera casi natural sobre América Latina. Era una prolongación de su destino manifiesto.
Pese a todo, con posterioridad a la Guerra Fría, EEUU ha tenido una política más bien zigzagueante respecto a América Latina. Esta conducta ha sido aprovechada por tres potencias extra-hemisféricas. Luego, la guerra comercial entre EEUU y la RPChina, los nuevos desafíos tecnológicos, la explosión de actividades terroristas por el mundo y otros episodios, han desatado una preocupación creciente acerca de la presencia china, rusa e iraní.
¿Obedece el despliegue de estas tres potencias extra-hemisféricas a un patrón común?, ¿son eventualmente desestabilizadoras?, ¿qué tipo de peligros acecha a la región a partir de esta nueva realidad?, son las interrogantes centrales que permiten problematizar el concepto intensidad penetrativa.
La hipótesis central para su problematización es la fuerte fragmentación latinoamericana, uno de cuyos afluentes es esta dinámica extra-hemisférica. Para varios países de la región, estos tres países representan soportes o bien, directamente, modelos. Ser puede concluir que América Latina está inmersa en una nueva fase mundial susceptible de denominar multipolaridad competitiva.