Por Martina Medigovich
En CESCOS estudiamos el fenómeno de la desinformación y señalamos cómo la creación y difusión deliberada de noticias falsas o manipuladas se utiliza para profundizar la polarización social, impulsar campañas de difamación o incidir en procesos electorales.
Cuando analizamos casos ocurridos en países de Oriente, nos solemos enfrentar a una doble desinformación: la planificada y la inadvertida. Por un lado, como sucede en todas partes del mundo, la desinformación es utilizada como una herramienta por gobiernos, empresas o incluso individuos para generar confusión, sembrar miedo y alcanzar determinados objetivos. Por otro lado, en contextos lejanos y poco familiares para Occidente, el desconocimiento y nuestros propios sesgos culturales nos hacen más propensos a compartir información incorrecta, falsa o simplista sobre lo que está verdaderamente aconteciendo.
Con la serie Rutas (DES)-conocidas buscamos ofrecer claves para comprender mejor estas realidades distantes, que a menudo nos llegan fragmentadas, y así desmontar los sesgos occidentales que nos vuelven más vulnerables a la desinformación. En esta primera entrega, ponemos el foco en la situación de la ex República Federal Democrática de Nepal.
Nepal: Cuando la censura se vuelve una llama
Hace apenas unas semanas, el mundo occidental quedó impactado por las imágenes que llegaban de Katmandú: el Congreso nepalí envuelto en llamas, mientras decenas de jóvenes bailaban alrededor, como si el caos fuera motivo de celebración.
Si bien el país llevaba años en crisis, arrastrando tensiones políticas, corrupción y frustración social: ¿cuál fue el detonante que encendió la mecha en los primeros días de septiembre y desató la revuelta?
El inicio del fin
A comienzos de septiembre de 2025, el gobierno de Nepal anunció la prohibición de 26 plataformas de redes sociales, incluyendo Instagram, YouTube y TikTok. Esta medida tenía como objetivo obligar a las grandes empresas de tecnología a registrarse oficialmente en el país y a establecer oficinas locales. Sin embargo, para una gran parte de la población, especialmente los jóvenes que representan la mitad de la población total, la decisión fue percibida como un intento de censura y control político.
En Nepal, las redes sociales no solo son un espacio de entretenimiento: son también canales de organización social, de expresión política y de conexión con el exterior. Por eso, el cierre digital fue interpretado como un golpe directo a la voz de la juventud, que ya sentía que sus demandas eran ignoradas por una clase política desconectada.
Generación Z: los ‘neo anarco-punks’
En cuestión de días, las calles de Katmandú y otras ciudades se convirtieron en el escenario de manifestaciones multitudinarias. Jóvenes de la llamada “Generación Z” encabezaron protestas que pronto derivaron en enfrentamientos violentos con las fuerzas de seguridad. Los choques dejaron decenas de muertos y heridos, además de imágenes que recorrieron el mundo, como el Parlamento nepalí envuelto en llamas. El país entero entró en una de sus semanas más convulsionadas de los últimos años, lo que llevó a la renuncia del primer ministro Khadga Prasad Oli, y al comienzo de un futuro político incierto.
Los protagonistas de la revuelta pertenecían a la “Generación Z”, una generación que articula la demanda de los jóvenes nepalíes frente a la desigualdad, la creciente corrupción y la falta de oportunidades laborales, que los ha obligado a emigrar de su tierra en búsqueda de una mejor calidad de vida y un futuro más prometedor. Para quienes permanecen en el país, la conexión tecnológica se tornó fundamental para poder mantenerse conectados dentro y fuera del país. Por eso se explica, en parte, que la decisión gubernamental de restringir las redes sociales fuese vista como un ataque directo a su identidad y a su única herramienta de agencia política.
El contraste entre esta juventud precarizada y los denominados “nepo kids”, terminología occidental empleada para designar a los hijos de las élites políticas y económicas, refuerza la percepción de injusticia social. Mientras los sectores privilegiados gozan de lujos y beneficios que desde el punto de vista de Occidente se conciben como derechos básicos, la mayoría de los jóvenes nepalíes enfrentan un escenario de exclusión y desarraigo. Esta asimetría fue, sin duda, uno de los catalizadores que intensificó la protesta, y que explica, en gran parte, la radicalidad de las formas que adoptó.
“No future”
¿Destruir o ser destruido? El Estado que debía ampararlos los abandonó, y ellos despertaron. La desconexión entre la política y la economía alimentó un ciclo inestable y vicioso, perfecto para el caos, donde ya no parecía haber futuro (o quizás, simplemente nunca existió). Los opositores al régimen lo desafiaron hasta verlo arder, literalmente, en un gesto cargado de desilusión y falta de esperanza.
¿Qué se ganaba al romper con el sistema impuesto? ¿Fue simplemente una rabieta, un capricho propio de una juventud infantilizada o había algo más detrás de un acto político que impactó al mundo entero? La perspectiva occidental tendería a reducirlo a lo primero, ciudadanos cansados del desorden político nepalí. Sin embargo, si dejamos de lado esa mirada y tratamos de comprenderlo en sus propios términos, el acto revolucionario de Generación Z podría pensarse como el intento de un nuevo amanecer: destruir para reconstruir; como el ave Fénix que renace de sus cenizas. Una de las voces más visibles al frente del movimiento que hoy sensibiliza al país entero, Miraj Dhungana, al pronunciarse sobre su lucha “contra el sistema” lo dejó en claro, al lanzar una propuesta para la restauración de la paz y de la vida en tranquilidad en su tierra natal.
Los bailes irónicos pero cargados de trasfondo simbólico, y la viralización en tiempo real de todo lo ocurrido, transmitieron el mismo mensaje: el sistema corrupto finalmente recibió la misma moneda y colapsó, irónicamente, de forma muy similar a las naciones asiáticas limítrofes y cercanas a Nepal.
¿Es este, entonces, un evento aislado más o es la condena repetitiva revolucionaria que atraviesa a la región asiática?
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